martes, 5 de junio de 2012

filosofia de conduccion en el deporte


Palabras clavesDEPORTES/FÚTBOL/APRENDIZAJE/ENTRENADORES DEPORTIVOS/FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y LOS DEPORTES /PEDAGOGÍA/PSICOLOGÍA DEPORTIVA
Título: Filosofía de conducción en deporte
Autor(es): Psic. Eduardo de la Vega
Fuente: http://psicodeporte.nu/biblioteca/articulos/start.asp?articuloid=17&
Texto completo:
Introducción
Todo entrenador utiliza una serie de principios que le permiten organizar su práctica y definir las modalidades de intervención sobre el equipo. Denominamos filosofía al conjunto de conceptos, teorías y principios que fundamentan el estilo y las formas de la conducción deportiva. La filosofía de un entrenador contiene distintos elementos conceptuales y teóricos que no siempre son elaborados conscientemente y de forma reflexiva. Muchos de estos elementos son adoptados irreflexivamente y por distintas vías, lo cual no impide que organicen los esquemas prácticos del entrenador.

Existen por lo menos tres ejes básicos que delimitan el campo de una filosofía de conducción. Estos ejes son:
  • Una teoría del conocimiento y de los procesos de aprendizaje.
  • Una teoría sobre los procesos grupales.
  • Una teoría de la conducción.
1. El conocimiento y los procesos de aprendizaje en el deporte.
En deporte, en cualquier nivel y modalidad, se desarrollan procesos de conocimiento y de aprendizaje. Todo equipo deportivo aprende técnicas y fundamentos de juego, analiza el funcionamiento del rival o el propio, reformula sus actuaciones y elaboran nuevas tácticas y estrategias. En deporte, no solo se realizan aprendizajes motrices, sino también se producen aprendizajes y conocimientos de tipo teórico-abstracto, como lo es, por ejemplo, el análisis del juego.
Desde esta perspectiva se puede afirmar que el entrenador está ubicado en un lugar similar al de cualquier pedagogo. Es evidente que la relación con los procesos de enseñanza-aprendizaje constituye uno de los ejes básicos desde donde se define su posición. El lugar del pedagogo ha sido ampliamente estudiado por las ciencias pedagógicas (pedagogía, psicología, didáctica, etc.). En nuestro medio, han sido criticadas las concepciones pedagógicas de filiación conductista que ubican al maestro en el lugar del saber y condenan al alumno a un rol pasivo y reproductor de las consignas impartidas.
Los desarrollos actuales en el campo de la educación conciben al conocimiento como una apropiación, una "construcción" del alumno y a la función del docente como la de mediador, posibilitador de esta apropiación. 
Hay una diferencia substancial entre amabas concepciones del aprendizaje. 
El conductismo concibe al conocimiento como copia, reproducción, mientras que para el constructivismo hay en todo proceso de aprendizaje una instancia de creación, o mejor, de recreación del saber.
 En el ámbito del deporte, no obstante, predominan los enfoques conductistas aunque la mayoría de las veces el entrenador carece de los conceptos que le permitan reflexionar sobre los esquemas prácticos que organizan su trabajo cotidiano.
2. Los procesos grupales.
Todo entrenador tiene una teoría del funcionamiento de su equipo como grupo. 
Es decir, aunque no lo sepa, el entrenador siempre responde a la pregunta sobre qué es un grupo y elabora nociones y conceptos que definen una respuesta.
 Existen, en principio, dos concepciones sobre el grupo y su funcionamiento. 
La primera de ellas entiende que un grupo está definido fundamentalmente por sus miembros, por las características psicológicas de los mismos.
 A esta concepción la denominaremos psicologista: el grupo es la suma de las características psicológicas, de las personalidades de cada uno de sus integrantes.
La segunda concepción sostiene que el grupo es otra cosa que la suma de sus partes. Según reza el axioma fundamental de esta teoría, 'el todo es más que la suma de las partes'. 
En este caso las relaciones y la estructura del grupo se impone por sobre la existencia individual de las personas que componen dicho grupo. 
A esta postura la llamaremos grupalista.
 Los entrenadores psicologistas buscan arreglar los problemas de grupo hablando o interviniendo a nivel individual. 
Los grupalistas prefieren las reuniones de equipo y los abordajes colectivos.
Sin duda, la concepción mas generalizada en deporte es la primera aunque muchas veces es matizada con elementos de la segunda. 
De todas formas, cualquiera de las dos concepciones presenta toda una diversidad de alternativas, especialmente, cuando se insertan en las distintas formas de liderazgo.
3. La conducción.
La forma o modalidad de conducción grupal constituye, según nuestra opinión, el eje más importante de la filosofía del entrenador.
 Las características de la conducción se inspiran siempre en la particular concepción del poder que tenga el entrenador y se relacionan fuertemente con los dos ejes anteriormente desarrollados:
 el de los procesos de aprendizajes y los fenómenos grupales.
En las ciencias sociales (psicología de grupo, microsociología, sociología, etc.) existe una gran cantidad de investigaciones sobre las formas de conducción y liderazgo. 
En deporte, no obstante, estas investigaciones no han ido demasiado lejos y en general se limitan a repetir los hallazgos de las otras disciplinas. 
Nuestras investigaciones han permitido definir, en principio, tres tipos de modalidades de conducción. Estas son:
  • El liderazgo autoritario.
  • El liderazgo ilusionante.
  • El líder invisible.
En realidad, estas tres modalidades nunca se encuentran en forma pura. Siempre predomina alguna de ellas pero existen cruzamientos que permiten articular las distintas formas de liderazgo. Los entrenadores generalmente presentan características diversas y difíciles de encasillar en una sola de estas categorías.
1. AUTORIDAD Y PODER.
Hemos afirmado que la posición del entrenador estaba siempre articulada con sus convicciones sobre la cuestión del poder. Diremos de entrada que el lugar del entrenador es siempre un lugar de poder. Elige a sus jugadores, premia, castiga, excluye, planifica, decide, etc. Dispone de una cantidad importante de formas de intervención que afectan al jugador y al conjunto de sus prácticas.
La asunción plena de este lugar define una de las atribuciones más importantes del líder autoritario. Para éste las cosas son de una sola manera y el jugador no tiene otra tarea que realizarlas tal cual son presentadas por el entrenador.
 El conductor autoritario utiliza un sistema de premios y castigos para lograr sus objetivos. Se recompensa al deportista que se adapta a las exigencias (técnicas, físicas, de conducta) del entrenador mientras que se utilizan diversas formas de coacción con aquellos que no consiguen satisfacer dichas exigencias.
  •  Una gran cantidad de entrenadores, en todos los deporte y en todos los niveles, utiliza el autoritarismo como su principal herramienta de conducción.

Las conducciones autoritarias -si se combinan con talento- suelen tener éxito en muchas ocasiones, especialmente en ciertos ámbitos deportivos.
 En aquellos deportes masivos, los cuales constituyen medios de ascenso social para las clases bajas de la población, es frecuente encontrar en los equipos de la elite, fuertes conducciones autoritarias.
En deportes como el fútbol en nuestro país, que tiene una base muy ancha de sustentación, pueden funcionar los liderazgos autoritarios -especialmente en los niveles más altos de la pirámide- que actúan como filtros, seleccionando a los deportistas más aptos y excluyendo a aquellos que no se adaptan a la autoridad y a sus requerimientos.
 Estos requerimientos son, por supuesto, de orden físico, técnico, táctico, estratégicos, de salud, etc., pero también de sumisión a las reglas del poder y la autoridad.
El poder del entrenador no está dado solamente por el lugar jerárquico que ocupa sino que también se asienta en un poderoso andamiaje social. El entrenador de básquetbol norteamericano Phil Jackson -cuya filosofía analizaremos más adelante- cuando examina las modalidades de conducción de los entrenadores señala la existencia de relaciones de poder instituidas socialmente:
"Bobby Knight, entrenador de la Universidad de Indiana, una vez dijo que nunca podría trabajar en la NBA porque los entrenadores no tenían ningún poder sobre los jugadores.
 Mi pregunta es: ¿Cuánto poder se necesita? Es verdad que los entrenadores de la NBA no tienen el poder autocrático de alguien como Knight, pero tenemos mucho más poder del que parece. 
El origen de ese poder es el hecho de que los entrenadores hemos jugado un papel principal en la vida de los jugadores desde que eran chicos.
 Los jugadores están acostumbrados a tener una figura de autoridad diciéndoles qué hacer, y la única razón por la que han llegado donde han llegado es que en algún momento en algún lugar escucharon a un entrenador decirles lo que les tenía que decir."
Además de los entrenadores, debemos poner en la lista a los maestros, a los padres y a todo el conjunto de autoridades que se deben respetar durante el transcurso de la vida. 
Existe en nuestra sociedad una relación con el saber que es también de poder:
aquél que detenta el saber está en una posición de poder y establece formas estrictas de sujeción y subordinación.
Hay entonces dos elementos que definen el lugar del entrenador como un lugar de poder: 
el primero es muy real, existe objetivamente; se trata de la jerarquía, del lugar jerárquico que ocupa en el organigrama del club o de la empresa. 
El otro es psicológico, es el lugar del entrenador en la mente del jugador.
 Ese lugar fue construido socialmente a partir de los procesos históricos que dieron origen a las sociedades modernas. 
Todo entrenador utiliza estos resortes de poder.
 Algunos hacen de ellos el instrumento principal de su conducción. 
Otros, matizan el ejercicio de la autoridad con distintos recursos: 
  • conocimiento del juego,
  • capacidad de comunicación,
  • seducción, 
  • técnicas psicológicas, etc.

2. EL LIDER ILUSIONANTE.
Un recurso muy efectivo que frecuentemente utilizan muchos entrenadores es inducir la ilusión grupal. 
Nos referimos a la capacidad de ilusionar al grupo, de cohesionar al equipo en torno a una narrativa ilusionante o utópica.
El líder ilusionante posee una gran capacidad de comunicación, como también un excelente manejo de la palabra y del discurso. 
Utiliza:
  •  aforismos, 
  • metáforas, 
  • fábulas, 
  • historias mitológicas que seducen y capturan a los jugadores.


Showtime: El ex jugador de básquetbol de la NBA, Earving Johnson describe en su autobiografía las características del entrenador Pat Riley:
 "Antes de su llegada, nosotros éramos un grupo de buenos jugadores.
 Pat Riley hizo un equipo de nosotros. (...) A veces nos contaba inspiradas historias de su niñez o sobre Adolph Rupp, su colega. 
Siempre guardaba las mejores para nuestros partidos contra Boston o Philadelpia. 
Cada vez que necesitábamos un empujón, llegaba con la anécdota más adecuada.
 Era un narrador magistral. Uno podía verse con facilidad en una fría noche de invierno sentado ante la chimenea y escuchándolo.
Preparaba de antemano todas sus charlas previas a los partidos y las escribía con un fino rotulador azul sobre una tarjeta del mismo color.
Siempre estaba leyendo libros en busca de citas que pudieran motivarnos. Y le gustaban las frases breves e inspiradas e inspiradoras como:
 'Sin rebotes no hay canastas'. (...)
O preguntaba: '¿Qué obtienes si exprimes una naranja? Zumo de naranja.
Somete a presión cualquier cosa y lo que obtendrás será su interior'".
Para ilusionar, el entrenador debe tener -entre otras cosas- él mismo una ilusión, un fuerte deseo, un proyecto utópico para su equipo.
En 1987, luego de ganar cuatro campeonatos de la NBA con los Angeles Lakers, Pat Riley ilusionó a sus jugadores con ser el primer equipo, luego de diecinueve años, en conseguir dos trofeos seguidos.
En realidad, se trataba de una empresa muy difícil debido al nivel de competitividad que ya había adquirido la liga profesional norteamericana para entonces, así como también por el desgaste físico y psicológico y la relajación posterior que supone salir campeón.
Los Lakers, durante la década del ochenta, habían ganado cuatro campeonatos y su entrenador imaginaba una hazaña mayor:
"Debíamos encontrar una nueva motivación y estimularla incluso con mayor intensidad". Según Riley, en los años ochenta prevalecía la creencia de que nadie era capaz de aguantar el esfuerzo de alcanzar dos campeonatos.
Entre el tope salarial, las restricciones en cuanto al draft destinadas a conseguir paridad entre los equipos, y la aparición cada vez más de jugadores de gran calidad "se había hecho imposible que un mismo equipo estableciera un reinado".
E. Johnson reproduce la carta que el entrenador le envió a cada integrante del equipo para transmitirles lo que denominó una 'misión': 
"El año próximo no se trata simplemente de ganar otro título o ascender un peldaño más en la escala de nuestra reputación.
Se trata de dejar huella.
 Después de ganar cuatro campeonatos en ocho años, hemos llegado a un punto en la historia, cuya fama y reputación lo inscriba entre los grandes del baloncesto de todos los tiempos.
 No queremos, simplemente, ser considerados el mejor entre los mejores.
Ha llegado el momento de separarnos del resto y ser los únicos que hicieron lo que nosotros haremos.
Ser únicos.
 Ésa es la esencia del Showtime.
Johnson da testimonio del efecto ilusionante que tuvo la propuesta de Riley en el equipo: 


"Al reunirnos en el campo de entrenamiento, lo repitió: 
Un capítulo en la historia -no cesaba de decir -Algo que va más allá de la derrota o la victoria.
Esas palabras pueden sonar grandiosas, pero nos motivaron.
Ya sabíamos que éramos el mejor equipo e la liga. Y, con visión retrospectiva, creo que formábamos el mejor Lakers de todos los tiempos (...)
 Y ahora teníamos un mayor objetivo por el que luchar".
Finalmente, los Lakers obtuvieron el segundo campeonato consecutivo, dejando -como lo quería su entrenador- una marca en la historia de la NBA.

Pequeños y grandes relatos, historias de infancia, sueños de gloria, proezas casi inalcanzables son inventados, recreados y contados por el entrenador para cohesionar a su equipo, y motivarlo en torno a un proyecto ilusionante que reinventa la pasión.
La utopía isleña:
En el libro Sueños de Fútbol, C. Martín relata la primera experiencia de Jorge Valdano como director técnico, en el C. D. Tenerife.
El debut de Valdano en el club español se produjo cuando el equipo corría riesgos de descender de la primera división de la liga española.


 Hacía unos años que había ascendido de categoría -luego de jugar durante mucho tiempo en segunda- y desde entonces parecía habituado a sobrevivir al borde del abismo como si fuera una condena por la osadía de competir junto a los 'grandes'.
En muy poco tiempo Valdano consiguió cambiar el humor depresivo que había en el equipo y crear una atmósfera ilusionante que potenció el rendimiento del Tenerife durante las dos temporadas que el técnico permaneció en la isla:
"A partir de aquel momento se generó una gran sugestión social.
 Primero fue el público y después toda la sociedad.
Un fenómeno que nunca supe explicarme del todo.
 Había visto al principio un equipo que parecía condenado a morir y que vivía en un profundo estado depresivo.
Y en podo menos de una semana pasó a sentirse ganador, confiado, seguro.
 Podía comprender que eso le pasara a los futbolistas, porque había una relación directa entre el discurso del cuerpo técnico y sus actitudes a la hora de jugar.
El otro salto no sé cómo se dio.
 Cómo es posible que las sensaciones se den la vuelta de una manera tan violenta en pocos días.
 Nunca había vivido algo similar ni en Argentina, ni en España".
Valdano compara el clima que se generó en Tenerife con el que vivió en el Mundial de México del '86, con la selección argentina.
Comenzaron el torneo jugando contra Corea sin saber si eran capaces de ganar y, cuando jugaron la final contra Alemania sabían que era muy difícil perder:
 "Y eso ocurrió en un mes. Pero aquí, en menos tiempo, se originó un ambiente ilusionante, explosivo, que favoreció mucho nuestro trabajo".
Sin duda, el clima de euforia e ilusión que vivió Tenerife tenía que ver con los modos de intervención del entrenador.
Valdano motivaba a sus jugadores contándole historias y leyendas recogidas durante su trayectoria cómo jugador, recordando los sueños de fútbol de la infancia, transmitiendo sus ideas sobre el fútbol y la vida mediante aforismos y metáforas, etc.:
"Todos vivíamos en un estado que podríamos calificar de delirante.
El equipo decía que se encontraba cansado y nosotros programábamos entrenamientos por la mañana y por la tarde, porque necesitábamos transmitirle ideas, fe, convicciones colectivas."* (...)
"A mí me parece que cada acontecimiento es digno de convertirse en algo legendario.
Yo quiero que los jugadores sientan que son importantes, incluso que se sientan más importantes de lo que son.
A mí me gusta que salgan a jugar agrandados y seguros de sí mismos y que miren a Romario como a un igual, que no lo vean desde una posición de inferioridad.
Y en ese sentido, el lenguaje es esencial.
Tiene que haber una transmisión, tiene que haber una seducción a partir de hechos históricos.
 Si les cuento las leyendas que yo sé, a los futbolistas les encantaría ser actores de esos hechos.*"
El lenguaje, la palabra, los relatos inspirados que recuerdan la infancia, el padre, los grandes sueños penetran el imaginario colectivo y generan la ilusión grupal.
Punto de partida de un proyecto que no está lejos de la utopía; comienzo también de la hazaña que el grupo -estimulado por el entrenador- se atreviera a soñar.
Es evidente que el clima psicológico que hemos descrito no es una creación exclusiva del entrenador.
 Éste contribuye a su formación -según el caso, en mayor o menor medida-, pero también existen otros factores que intervienen y hacen posible su aparición.
3. EL LIDER INVISIBLE.
Los entrenadores cuyas intervenciones logran crear climas ilusionantes en los grupos, suelen utilizar también los mecanismos de poder, tal como los describimos en el punto 1. En realidad, la gran mayoría de los entrenadores conducen a sus equipos desde una posición jerárquica, lo mismo que ocurre en casi todos los ámbitos de nuestra sociedad.
 No obstante, existen entrenadores que han puesto en cuestión su relación con el poder.


El entrenador Phil Jackson, tres veces campeón de la NBA. con Chicago Bulls, define su lugar -de acuerdo con la filosofía Zen- como un lugar de no saber:
"Lo que he aprendido como entrenador y como padre, es que cuando la gente no está atemorizada y abrumada por la autoridad, se consigue autoridad, parafraseando a Tao Te Ching. (...) Al entrenar a los Bulls traté de estar en contacto con la misma 'mente de principiante' que aprendí a cultivar en la práctica del Zen.

 Mientras sepa que no sé, menos probable será que cause daños graves."*
Desde el lugar socrático del no saber, Jackson apunta a convertirse en un 'líder invisible'; es decir, en un entrenador dispuesto a escuchar sin juzgar, para comprender mejor lo que está pasando y poder actuar desde una perspectiva más amplia que incluya el punto de vista de los demás:
"Aunque hay ocasiones en que se necesita una mano firme, aprendí a tiempo que una de las cualidades más importantes de un líder es escuchar sin juzgar, o con lo que los budistas denominan 'atención pura'.
Muchos de los hombres que he entrenado venían de familias con problemas y necesitaban todo el apoyo posible.
 Me di cuenta de que cuando podía estar verdaderamente presente y atento pero con una actitud abierta e imparcial, podía captar mejor las preocupaciones de los jugadores que cuando trataba de imponer mi programa de acción.
Y, paradójicamente, cuando daba un paso atrás y sólo escuchaba, obtenía resultados mucho mejores en la cancha."
La posición de escucha de Jackson se asemeja a la de un psicoanalista:
"Con el paso de los años he aprendido a escuchar atentamente a los jugadores, a prestarle atención no sólo a lo que dicen sino también a su lenguaje corporal y al silencio entre las palabras."
Las estrategias del entrenador apuntan a promover la participación en el trabajo de equipo, y la inclusión de todos -no sólo de los mejores- sino también de los jugadores que menos juegan, cuyo rol considera fundamental para el funcionamiento colectivo.
El estilo de conducción del líder invisible es similar al propuesto por los psicosociólogos para las intervenciones de análisis institucional o grupal.
 Busca la participación de todos en el análisis del acontecer grupal, la redistribución del poder y de los liderazgos, la producción colectiva, etc.
De hecho, la función de Jackson no es la de un analista sino la de conducir un grupo de deportistas profesionales. En ocasiones, él también debe recurrir a la autoridad que le otorga su lugar de entrenador. Sin embargo, sus intervenciones apuntan a desaparecer como punto de referencia jerárquico y a establecer una presencia que asegure el funcionamiento del equipo. Este tipo de liderazgo es muy raro de encontrar en el ámbito del deporte, siendo el de Phill Jackson uno de los pocos testimonios publicados de un cuestionamiento tan radical de la utilización del poder en dicho ámbito.
En el campo de la educación, desde hace varias décadas, se han formulado propuestas de conducciones no-directivas que apuntan a la participación e inclusión. También en psicología -con los grupos de análisis, terapéuticos o de formación-, y últimamente, en el ámbito laboral -a partir de la gestión participativa.
Conclusión

La filosofía autoritaria prevalece, sin duda, en todo el ámbito deportivo. Las formas de conducir basadas en el poder jerárquico se complementan generalmente con las concepciones conductistas y los abordajes individualistas. La pedagogía basada en premios y castigos y el manejo del grupo a través de sus líderes constituyen pilares fundamentales de los liderazgos autoritarios. Sin embargo, no se trata de un problema que se deba analizar a nivel personal o particular sino social.

Nuestra sociedad está estructurada sobre la base de relaciones de poder y en el contexto de dichas relaciones es que debemos examinar las modalidades de conducción en los grupos deportivos. Preguntarnos por las formas en que se ejerce y circula el poder en el deporte implica, por lo tanto, interrogarnos sobre las formas en que dichos mecanismos están instituidos y se reproducen en el conjunto de nuestra sociedad.

Revisado y actualizado por: Lic. MCZ (22/12/03)
Adolph Rupp
Adolph Friedrich Rupp (September 2, 1901 - December 10, 1977) was one of the greatest coaches in the history of American college basketball. Rupp won 875 games in 41 years of coaching, and set a remarkable standard of excellence. He was enshrined in the Basketball Hall of Fame on April 13, 1969.
Born in Halstead, Kansas, he played college basketball for the University of Kansas under the great coach Dr. Forrest "Phog" Allen from 1919 to 1923. Rupp went on to coach basketball in Kansas, Iowa and Illinois.
Rupp coached the University of Kentucky basketball team from 1930 to 1972. At Kentucky, he earned the title "Baron of the Bluegrass". Rupp was a master of developing local talent. He took more than 80 percent of his players from the hills of Kentucky and turned them into champions. Rupp possessed an intense desire to win and instilled that feeling in his players. He promoted a sticky man-to-man defense, and a relentless fast break offense that battered opponents into defeat.
His Wildcats teams won four NCAA championships(1948, 1949, 1951, 1958), one NIT title in 1946, appeared in 20 NCAA tournaments and captured 27Southeastern Conference titles. Rupp demanded 100 percent from his players at all times, pushing them to great levels of success.
Rupp's legacy has one major flaw: he was widely regarded as a segregationist, or at the very least unwilling to recruit black players. This reputation is not clearly supported by all available evidence and the subject remains controversial to this day. As a high school coach in Illinois before coming to Kentucky, Rupp had African American players on his teams. Many of Rupp's most trusted employees on his farms were African-American and many of those who knew Rupp during his life have insisted that Rupp was not a racist. Most of Rupp's coaching career was in the era of institutionalized segregation in the American South/ Rupp was among the first coaches in the two southern conferences, the SEC and ACC, to recruit African American players. Other colleges in other parts of the country had been using black players before the 1960s (e.g., Wilt Chamberlain at the University of Kansas), however, many other southern schools not only didn't have black players, but would refuse to play against schools that had a single black player on the roster. Rupp scheduled games against integrated teams since the 50's, and recruit African American players as early as 1964. The loss of the all-white Wildcats team in the 1966 NCAA finals to Texas Western College (now the University of Texas at El Paso), under Don Haskins, who started five black players, was long after the fact held out as a sign of change in the game; most participants have publicly stated that nobody saw the game that way at the time. The Final Four that year also included another all-white team, Duke. Rupp was forced into retirement in1972 after reaching age 70, at that time the mandatory retirement age for Kentucky state employees.
Twenty-four of his players earned All-American honors, seven won Olympics gold medals and 28 played professionally. A four-time Coach of the Year, Rupp established a winning tradition at Kentucky later achieved only by John Wooden at UCLA and Dean Smith at North Carolina. A little more than a year before his death, the Wildcats moved from their on-campus Memorial Coliseum to Rupp Arena, named after him, in downtown Lexington; the team continues to play there. The Adolph Rupp Trophy, named in his honor, has been awarded annually to the best white or black player in men's college basketball since 1972.
Rupp died at age 76 in Lexington, Kentucky. The University of Kentucky since 1976 has played its home games in Rupp Arena, named for the program's longtime coach.


Adolph Rupp
- University of Kentucky Coaching Record -


Overall Kentucky Record: 876 - 190
Years Coached: 1930-31 to 1971-72 (41 seasons)
Date of Birth: September 2, 1901
Date of Death: December 10, 1977
Hometown: Halstead, KS
Alma Mater: Kansas [1923]

SeasonWonLostRankNotes
1930-31153-Adolph Rupp's First Season
1931-32152--
1932-33213--
1933-34161--
1934-35192--
1935-36156--
1936-37175--
1937-38135--
1938-39164--
1939-40156--
1940-41178--
1941-42196--
1942-43176--
1943-44192--
1944-45224--
1945-46282--
1946-47343--
1947-48363--
1948-493221st by AP-
1949-502553rd by AP-
1950-513221st by AP and 1st by UPI-
1951-522931st by AP and 1st by UPI-
1953-542501st by AP and 2nd by UPIDeclined NCAA bid due to stipulation that Graduate Students could not compete in the NCAA Tournament
1954-552332nd by AP and 2nd by UPI-
1955-562069th by AP and 12th by UPIAccepted NCAA bid when Alabama declined
1956-572353rd by AP and 3rd by UPI-
1957-582369th by AP and 14th by UPI-
1958-592432nd by AP and 2nd by UPIAccepted NCAA bid when Mississippi State declined
1959-60187--
1960-6119920th by AP and 18th by UPIAccepted NCAA bid when Mississippi State declined
1961-622333rd by AP and 3rd by UPI-
1962-63169--
1963-642164th by AP and 3rd by UPI-
1964-651510--
1965-662721st by AP and 1st by UPI-
1966-671313-Adolph Rupp's Worst Season
1967-682255th by AP and 5th by UPI-
1968-692357th by AP and 5th by UPI-
1969-702621st by AP and 1st by UPI-
1970-712268th by AP and 8th by UPI-
1971-7221718th by AP and 14th by UPIAdolph Rupp's Final Season

Obituary: - by Sam Goldaper (New York Times)
    Adolph F. Rupp Dies; Tribute for Renowned Coach Scheduled Tonight
    The Rupp Arena on the campus of the University of Kentucky in Lexington will be the site of a tribute tonight for Adolph F. Rupp, the renowned basketball coach of the Wildcats for 42 years, who died Saturday night at the age of 76.
    The Kentucky basketball team will be host to South Carolina tonight in a game in the 23,000 seat arena that was named for Mr. Rupp, the most successful college basketball coach in history.
    The arena was dedicated last Dec. 11 with Kentucky opposing Kansas, the school where Mr. Rupp had played under the legendary Dr. Forrest (Phog) Allen.
    When the arena was built, Mr. Rupp said, "I hope they give me a parking pass for it."
    Not only did the university give him a parking pass, but included a blue velvet chair to be used whenever Mr. Rupp attended a game. He sat in that chair for only a few games, however, because of deteriorating health.
    Told of Mr. Rupp's death Saturday night at Madison Square Garden after the Portland Trail Blazers beat the New York Knicks, Larry Steele, one of the innumerable Rupp players who graduated into professional basketball as a Blazer, said:
    "He was an unbelievable coach. Everyone around the country knew what kind of a coach he was, but if you mention his name in Kentucky, it was impossible to describe the reaction you'd get. He was a true legend."
    "As a person, he was the type of coach who was remarkable when it came to discipline and fundamentals. You played basketball the way he wanted it played. He always had his way and that's why we won so much when I was there [1969-71]"
    Ray Meyer, the DePaul coach who played and coached against Mr. Rupp, called him "one of the fiercest competitors in the game of basketball. I would always like to play his team early in the season because he always told us what was wrong with our team."
    In another tribute to Mr. Rupp, Marv Harshman, the University of Washington coach, said "I've had some great moments just being around him and reminiscing about the old times. He was a legend before his death. He was a giant in his time."
    "The guy was keen-minded. He was controversial, but sometimes people are controversial because others are envious. I think we can thank people like Rupp for the development of college basketball as it is today. I think he probably popularized the fast break more than any one person. You knew Kentucky was always going to get the ball off the board, get up and down court and put it up pretty quick."
    Mr. Rupp, who retired in 1972 after winning 879 games and four national titles, was suffering from cancer of the spine and diabetes. He disclosed his illness to a few close friends late last year and said then that his doctors considered his condition inoperable. He was admitted to the University Medical Center Nov. 9.
    In Kentucky, Mr. Rupp was not only the dean of basketball coaches, but also for more than 40 years he was the only "Baron" in a land of honorary colonels.
    No more rabid enthusiast for the state of Kentucky existed than Mr. Rupp, a Kansas boy who traded a Midwestern twang for a soft-spoken drawl. He had a true Chamber of Commerce outlook on life in Kentucky and delighted in reciting the glories of the state.
    Victory in First Game
    A heavy-set man, and a pleasant one when he wasn't coaching, Mr. Rupp was dynamic, controversial and colorful. Because of his estate in the rolling farm country outside Lexington, where he tended to his prize Herefords and crops of burley tobacco, he was known to all as The Baron of the Bluegrass Country.
    Since his favorite coaching attire out of superstition, was usually a double-breasted brown suit, he also picked up the nickname of the Man n the Brown Suit. At other times he was referred to as Mr. Basketball and Ol' Rupp and Ready.
    In the first college basketball game he coached in 1930, his fast-breaking Wildcats raced to a 67-19 victory over Georgetown (Ky.) College. In the 41 seasons that followed, he took his teams into tiny, old gymnasiums, new field houses and big-city arenas, where he was often hooted and despised, but always respected.
    Unlike some coaches, Mr. Rupp rarely played the role of a substitute father to his players. He was not the chummy sort. He had stern and demanding qualities, inherited from his German-immigrant father. He had reverence for order and precision and demanded it from his players. To some person, he appeared to be a mean old man.
    "A lot of people think we run a Marine Corps outfit," he once said. "Fine, if they think that, that's fine. I knew when I came here that the only way I could be successful would be to go out and win these basketball games."
    Joe Hall, the Kentucky coach who succeeded Mr. Rupp and for many years was his assistant and chief recruiter, once said:
    "Coach operates from an extreme competitive desire and has a strong dread for losing."
    Regardless of the reason, he always put forth this kind of effort. On his weekly television shows he often said:
    "We want to win, we just have to win. Goodness knows, no one wants to win any more than we do."
    Winning was Mr. Rupp's passion. Someone once recited to him the famed Grantland Rice line, "when the one Great Scorer comes to write against your name, he marks not that you won or lost, but how you played the game."
    To this, Mr. Rupp answered:
    "Well now, I just don't know about that. If winning isn't so important, why do you keep score?"
    Mr. Rupp's achievements were endless. During his coaching tenure and his 879 victories more than any other basketball coach. Under his leadership, Kentucky won four National Collegiate Athletic Association championships and was the runner-up twice. The Wildcats also won 27 Southeastern Conference titles. Mr. Rupp was honored for his achievements by election to the Helms Athletic Foundation Hall of Fame and the Basketball Hall of Fame in Springfield, Mass.
    During his fight to remain as the Kentucky coach after he reached the mandatory retirement age of 70 in 1972, he said, "If they don't let me coach, they might as well take me to the Lexington cemetery."
    Mr. Rupp remained in basketball until his death. After his retirement, he was president of the Memphis Tams of the now-defunct American Basketball Association and vice chairman of the board of directors of the Kentucky Colonels.
    His 1948 championship team and the Phillips Oilers of the Amateur Athletic Union combined to represent the United States in the Olympic Games. Kentucky also won National Collegiate titles in 1949, 1951 and 1958.
    During the 1969-70 season, Mr. Rupp started to show the effect of his age and poor health, but he refused to retire. That season, looking ghastly and with his voice raspy, he spent five weeks in bed, arising only to go to games, practice sessions or to his doctor.
    During Kentucky's first few games, he sat with his foot supported by a cushion on a chair. His foot ailment was complicated by his diabetic condition.
    On Dec. 26, 1967, when Kentucky defeated Notre Dame, 81-73, the victory -- No. 772 -- established Mr. Rupp as college basketball's leading winning coach. The honor previously belonged to Forrest (Phog) Allen of Kansas, who retired with 771 victories after 46 seasons of coaching.
    During Mr. Rupp's winning habit, he became a victim of his success. He never heeded criticism and his recruitment of players was said to have reached every hamlet in Kentucky and its adjoining sates.
    But with all his success, Mr. Rupp had trying moments, especially in October 1951, when three of his former players admitted they had accepted $1,500 in bribes to lose deliberately a National Invitation Tournament game at Madison Square Garden on March 14, 1949.
    The Kentucky players were involved in a national basketball scandal that touched many college players throughout the nation.
    During the trial in New York, in which the three former Kentucky players were placed on indefinite probation, Judge Saul S. Streit in General Sessions Court condemned the athletic practices of the University of Kentucky.
    He described them as "the acme of commercialism and overemphasis."
    In August, 1952, the Southeastern Conference suspended Kentucky from basketball competition. Three months later the N.C.A.A. penalized the university for rules violations and Kentucky canceled its 1952-53 basketball season.
    The following season, Mr. Rupp and his team, the Wildcats, were back. They won all 25 games.
    Mr. Rupp was born on Sept. 2, 1901 in Halstead, Kan., where his father homesteaded a 163-acre farm.
    Mr. Rupp is survived by his wife, Esther, his son, Adolph F. Rupp Jr., a grandson, Adolph F. Rupp 3d, a granddaughter, Carlyle Farren, three brothers and a sister.
    Funeral services will be held tomorrow afternoon in Lexington. Gov. Julian Carroll ordered a day of mourning in Kentucky to honor Mr. Rupp. Flags will be flown at half-staff.

    Basketball's Baron - Rupp Turns Philosopher and Coaches Love It
    by Joseph Litsch, Atlanta Journal-Constitution, March 26, 1977.
    College basketball has never experienced such a lineup: Hobson, Meyer, Iba, Hinkle, Holman, Longborg, Hickey, Rupp, Wooden.
    Among the nine are more than 4,500 wins, 17 NCAA championships, 14 NIT championships and five Hall of Famers. The Hyatt Regency's Phoenix Ballroom was packed to standing room only to hear each in turn reminisce and evaluate various aspects of basketball.
    But it was only when Adolph Rupp, affectionately and respectfully called the Baron of Bluegrass Basketball, spoke that the multitude responded with a standing ovation.
    "Gentlemen, I don't know where basketball is going," Rupp began in the familiar quavering voice. "I don't think preachers are overpaid, I know they pray like hell over that collection plate, but I don't think it's filled. And when a preacher's son enrolls as a freshman driving a Thunderbird, I wonder about it. When I get back home to Lexington, I'm going down to check the Thunderbird prices. I didn't know they were in that range."
    Rupp leaned heavily on the lectern. He had been assisted by Abe Lemons and Ray Meyer. "This is not one of my good days," Rupp explained later. He is 75 and seriously ill.
    "I thought I'd throw in a little philosophy." Rupp went on. "I think we get a little thin-skinned if we stay in this business long. And believe me, I've had some sharpies thrown at me.
    "Just the other day, I heard of one - and it was a sharp one - from Arizona," Rupp continued. "Things like that can hurt, especially if you've got children who are old enough to read.
    "But let me tell you one thing about criticism. Forget it. If you worry about what people think and say about you, you'll never last in this game,"Rupp said.
    The room was quiet save the gravelly voice. Those present were seeing an Adolph Rupp they had never before seen. A sharp contrast to the quick wit and sharp tongue of previous coaching clinics.
    "I think a lot about Rudyard Kipling. I remember when he was still living and an editor for the Manchester Guardian wrote that the junk Kipling was writing would never last.
    "Well, it hurt Kipling," Rupp continued. "He was greatly depressed. And while he was in that depression, he sat down and wrote the poem 'L'Envoi'."
      "When earth's last picture is painted, and the tubes are twisted and dried.
      When the oldest colors have faded, and the youngest critic has died.
      We shall rest, and faith, we shall need it - lie down for an aeon or two.
      Till the Master of All Good Workmen shall set us to work anew!
      And those that were good will be happy; they shall sit in a golden chair;
      They shall splash at a ten-league canvas with brushes of comets' hair;
      They shall find real saints to draw from - Magdalene, Peter and Paul;
      They shall work for an age at a sitting and never be tired at all!
      And only the Master shall praise us, and only the Master shall blame;
      And no one shall work for money, and no one shall work for fame;
      But each for the joy of the working, and each, in his own separate star,
      Shall draw the Thing as he sees It for the God of Things as They Are!"
    "Thank you."
    There was an air of benediction, but the reverence was broken by thunderous applause. The crowd stood, applauding and wondering if this would be the last time they would listen to the man in the brown suit. This was a different man from the one who had won 880 games while Kentucky's head basketball coach.
    "Well, this is the first time I've ever said this," Rupp said later. "This is my philosophy and I've always tried to live by that poem. I learned it back in 1919.
    "When I got up, I didn't know what I was going to say. Everybody else had talked about the game, so I decided to give them some advice."
    Rupp has never dodged criticism nor the public. His telephone number to this day is listed in the Lexington directory. Dial it and he answers.
    "I saw no reason for an unlisted number," he said. "If somebody wanted to talk to me, I wanted to talk to them."
    When he shows up at Rupp Arena, the 23,000-seat coliseum named for him and built for the Kentucky team he established, it's cause for a five-minute standing ovation.
    "I don't go when they play Mississippi or a team like that. I want to see a contest," he said the old fight blazing through.
    Hundreds of coaches filed past Rupp, shaking his hand and asking for his autograph.
    "You know what you've meant to me, and I want to thank you," said North Carolina Coach Dean Smith.
    "And good luck to you," answered Rupp.
    "This is the most enjoyable session I've ever been to and I've been to plenty," said former Georgia Tech Coach John "Whack" Hyder.
    Rupp waited until the crowd had thinned then asked someone to help him up. "This has been a long session. They tire me out," he said.
    The crowd in the lobby parted to let him through. Hands thrust out to shake his, Rupp accepted the praise graciously.
    "Now that's what you call a real legend," said one young coach. "He IS college basketball." 


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