miércoles, 20 de junio de 2012

Consejos para mantener unida a la familia


Consejos para mantener unida a la familia



Introducción

Vivimos en una sociedad cambiante, donde pareciera que los valores son cosa del pasado y donde el núcleo familiar no solamente puede ser frágil, sino ser considerado como una estructura obsoleta. Pero no es así: la familia sigue siendo la base de nuestra sociedad, es ahí donde nos formamos y donde se da nuestro mayor crecimiento como individuos y seres humanos. A continuación, algunos consejos para ayudarte a fortalecer el vínculo familiar.

Saber escuchar

Antes que dar órdenes o instrucciones, es bien importante que sepas escuchar. Si se trata de un niño pequeño, inclínate o colócate a su altura con su rostro dirigido hacia el tuyo. Es crucial que con cualquier miembro de tu familia se miren a los ojos, asientas de manera verbal o corporal (inclinando la cabeza, por ejemplo) y parafrasees lo que te han dicho para indicarle que has entendido lo que te ha comunicado. Cuando se da una adecuada comunicación entre los miembros de la familia, hay un mejor entendimiento y más se fortalece.

Saber cuándo hablar

Una tendencia común es expresar nuestra opinión. Desafortunadamente muchas veces lo hacemos de forma precipitada y nos adelantamos, erróneamente, a lo que otro miembro de la familia quiere decir. Incluso podemos tergiversar su opinión. Esto es especialmente delicado para aquellos que son tímidos o para quienes tienen un carácter explosivo. ¿La solución? Aprender a ser pacientes y también a saber escuchar para así pensar un momento en la respuesta que daremos e incluso, en qué momento intervenir en la conversación, evitando disputas y distanciamientos.

La importancia de establecer límites

No se trata de establecer un régimen militar ni tampoco de ser especialmente rígido. Simplemente se trata de fijar reglas dentro de la familia en donde siempre permee el respeto mutuo y el bien de todos sus miembros. Los límites se establecen a muy corta edad; si tu bebé se acerca a una superficie caliente, lo detienes y le explicas que puede lastimarlo. Algo similar se hace con los niños y adolescentes: todo acto tiene una consecuencia. El poner límites razonables a tus hijos es una prueba de tu amor hacia ellos y el vivir bajo reglas les da seguridad.

El don de la paciencia

Pocas personas pueden presumir que son pacientes como parte de su carácter. La paciencia más bien hay que adquirirla y cultivarla con los años. A tu hijo, sobre todo si es pequeño, puede resultarle muy difícil ser paciente, así que la mejor manera de que lo sea es mostrándole con tus actos que tú puedes serlo. Cuando vemos que nuestros padres pueden ser pacientes aún en situaciones difíciles, no solo los admiramos, sino que nos dan confianza y más unidos queremos estar a ellos.

Actividades familiares

Es difícil mantener unida a una familia que no comparte intereses. Es importante que a tu hijo lo involucres desde temprana edad con las cosas que te gustan o apasionan. No esperes que se entusiasme igual que tú de buenas a primeras, sino que tengas la paciencia de enseñarle por qué es interesante eso que te gusta, sin imponérselo. En caso de que no llegara a compartir tus aficiones, indaga qué le gusta o realicen en familia actividades que involucren a todos, desde cocinar hasta juegos de mesa o deportes en equipo.

Saber dar espacio

Si bien es vital el compartir aficiones o actividades, también hay que respetar el espacio e individualidad de cada miembro de tu familia. Aunque esto se acentúa en la adolescencia, dale su propio espacio a tu hijo desde que es pequeño, esto es, si está en un ambiente seguro donde no puede lastimarse, no lo agobies minuto a minuto indagando qué hace. Es importante el que cada quien pueda estar a solas al menos unos minutos al día, ya que así se aprende a disfrutar de uno mismo y a la vez, se valora cuando se está en familia.

Lo permitido y lo no permitido

Es cierto que va de la mano con los límites, pero también con los límites hacia uno mismo. Esto significa que debes enseñar a tus hijos cómo aprender a cuidarse a sí mismos y no causar ni causarse daño. Esto sirve como prevención tanto de adicciones como de relaciones abusivas e incluso, de causar daño a terceros (personas o animales). También incumplir con tareas escolares, obligaciones hogareñas o reglas establecidas (horario de llegada, por ejemplo). Cuando esto ocurre hay un desequilibrio familiar donde, a la larga, todos pueden resultar afectados.

Aceptar a los otros

Cada persona es única e irrepetible, así que tus hijos no tienen por qué ser una copia fiel de ti o de tu pareja. Es importante entonces que sepas aceptarlos aunque no compartan tus aficiones o no hagan las cosas de cierta manera o que no destaquen (en deportes, escuela o actividades varias) como tú quisieras. Por el contrario, los hijos suelen aceptarnos sin reservas, así que cuando tú los aceptas y los apoyas, todos son más felices.

Admitiendo errores

La mejor forma en que puedes enseñar a tus hijos a perdonar o a ofrecer disculpas, es haciéndolo tú. No temas en mostrarte débil o "tonto" por admitir un error, sino que así les das una lección de humildad a la vez que les das valía al aceptar, por ejemplo, que ellos tenían la razón. Por otra parte, cuando tus hijos notan que eres capaz de equivocarte y no eres perfecto, les das no solo un respiro, sino seguridad y confianza en sí mismos y a la vez, se sienten más ligados a ti.

En las buenas y en las malas

Nada más valioso que saberse amado y respaldado por la familia. Si bien habrá momentos o épocas en que algún miembro desee aislarse o buscar la compañía de otros, es maravilloso el saber que cuando surge un problema, a quien recurres es a los tuyos, a tu familia. Esto se logra con la confianza, saber perdonar y aceptar un error, conocer que hay límites y reglas, y también el saberse escuchado, respetado y apoyado. Igualmente es importante cuando recurres a tu familia cuando algo bueno y trascendente te sucede porque nadie más puede entender y apreciar tu triunfo.

En las buenas y en las malas

Nada más valioso que saberse amado y respaldado por la familia. Si bien habrá momentos o épocas en que algún miembro desee aislarse o buscar la compañía de otros, es maravilloso el saber que cuando surge un problema, a quien recurres es a los tuyos, a tu familia. Esto se logra con la confianza, saber perdonar y aceptar un error, conocer que hay límites y reglas, y también el saberse escuchado, respetado y apoyado. Igualmente es importante cuando recurres a tu familia cuando algo bueno y trascendente te sucede porque nadie más puede entender y apreciar tu triunfo.












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